Combina la solidez y el enfoque del Hatha Yoga con la fluidez del Vinyasa. En este estilo, se integran posturas sostenidas con transiciones conscientes, respetando el ritmo interno del cuerpo y el vínculo constante con la respiración.
A través de secuencias accesibles, las posturas se sostienen el tiempo suficiente para profundizar en la alineación y la conexión con la respiración, sin perder la sensación de fluidez. Es una práctica equilibrada que fortalece, flexibiliza y calma.

Vinyasa Yoga es una práctica dinámica que sincroniza el movimiento del cuerpo con la respiración. En cada clase, las posturas se enlazan en secuencias fluidas y continuas, lo que genera un ritmo constante y enfocado. A diferencia del Hatha Vinyasa, aquí el ritmo es más ágil y se pone énfasis en las transiciones entre posturas.
Esta práctica trabaja la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación. También entrena la mente a través de la concentración continua que requiere cada movimiento.

Es una práctica suave, profunda e introspectiva que trabaja principalmente sobre los tejidos conectivos del cuerpo, como fascias, ligamentos y articulaciones, a través de posturas pasivas y sostenidas durante varios minutos.
A diferencia de los estilos yang más activos, no se busca el esfuerzo muscular, sino la entrega y la quietud. Las posturas se realizan en el suelo, y se mantienen por un tiempo prolongado (de 3 a 5 minutos), permitiendo que el cuerpo se relaje por completo.

Una exploración fluida del cuerpo en movimiento, donde la respiración guía y el sentir es el centro. Lo somático se refiere a experimentar el movimiento desde adentro, prestando atención a las sensaciones y respuestas del cuerpo en lugar de enfocarse solo en la forma externa de las posturas.
En la práctica, combinamos secuencias dinámicas con exploraciones intuitivas para despertar fuerza, movilidad y conciencia desde nuestro interior. Con transiciones orgánicas y exploraciones sensoriales, se cultiva un diálogo profundo con el cuerpo.

Las clases son dinámicas, intensas y enfocadas en la fuerza, la resistencia y la movilidad. A través de secuencias fluidas y enérgicas, combinamos respiración y movimiento para activar todo el cuerpo, mejorar la estabilidad y aumentar la flexibilidad.
Esta práctica trabaja la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación. También entrena la mente a través de la concentración continua que requiere cada movimiento.